¿América Latina está lista para la Vulnerabilidad Masculina?
La sociedad actual exige a los hombres vulnerabilidad emocional, pero, ¿Estamos listos para una generación de hombres que expresen sus sentimientos abiertamente? y si no, ¿qué podemos hacer?
I
Sé con certeza que la expresión y regulación emocional son fundamentales en la preservación de la salud mental y física de los hombres. Hay abundante evidencia que confirma esa postura.
Diversos estudios sugieren que existe una relación importante entre la represión de las emociones y la aparición de desórdenes como la depresión, el estrés crónico, y la ansiedad. Si bien estas condiciones son el resultado de una combinación de factores como la genética y las experiencias vividas, los más propensos a desarrollar trastornos emocionales clínicos son quienes afrontan sus emociones a través de la represión y la evasión.
Por otro lado, se ha demostrado que la represión emocional tiene un importante costo para el bienestar físico. Un estudio longitudinal de 12 años encontró que los individuos que reportaron altos niveles de represión tuvieron más probabilidades de morir durante el período de seguimiento.
Hay suficiente evidencia para firmar que la regulación emocional es fundamental para la calidad de vida
En cuanto a la vulnerabilidad, soy escéptico.
II
La académica Brené Brown, define la vulnerabilidad como la disposición a enfrentarse a la incertidumbre, el riesgo y la exposición emocional. No es una debilidad, argumenta Brown, sino una medida de coraje. Es la capacidad de mostrarse auténtico y dispuesto a que otros vean nuestra esencia, con sus aspectos positivos y negativos.
En términos generales, la vulnerabilidad tiene dos dimensiones:
La interior se refiere a la apertura a reconocer los desafíos que atravesamos y el dolor psicológico que nos causan.
La exterior trata de la disposición a reconocer esa condición de dolor frente a otros.
Carl Rogers, un prominente psicólogo estadounidense, a través de sus conceptos de “coherencia interna” y “autenticidad”, define algo similar. Así, una persona congruente y auténtica es transparente, sin discrepancias entre sus experiencias internas y su expresión externa.
Aunque Rogers afirma que ambas dimensiones son fundamentales, también establece una clara demarcación: una cosa es admitir nuestra agonía, y otra es exponerla frente a los demás.
La coherencia interna es fundamental. Es vital entender cómo ciertos aspectos de nuestra vida nos hacen sentir, de modo que planteemos alternativas frente a esas situaciones.
Por otro lado, la autenticidad (o la dimensión externa de la vulnerabilidad) es contextual. Esto se debe a que tiene un componente social: depende de alguien más, una pareja, un amigo, un familiar, o un terapeuta.
La dimensión externa de la vulnerabilidad es la que resulta alienante para muchos hombres.
Su complejidad radica en que uno no tiene certeza de cómo va a reaccionar la otra parte. A veces tendrá el efecto deseado, a veces no. Por otro lado, si un hombre experimenta rechazo al demostrar vulnerabilidad, puede hacer que se retraiga en sí mismo aún más.
Esa es una realidad que se suele ignorar. Muchas mujeres afirman desear parejas vulnerables, pero no todas están preparadas para asimilar las expresiones de fragilidad de sus compañeros masculinos.
Las respuestas femeninas a la vulnerabilidad masculina son diversas. Algunas la aceptan y la valoran; otras la rechazan y desalientan; en el peor de los casos, una minoría la emplea como un factor de negociación para ganar poder en una relación.
Para ser claros, esta diversidad de reacciones no es una característica propia de las mujeres. Los varones podemos ser igualmente apáticos a las expresiones de fragilidad de otro hombre.
III
La aversión a la vulnerabilidad masculina es particularmente palpable en sociedades con normas culturales opresivas en torno a la masculinidad.
En estas sociedades, se valora la fortaleza, la autosuficiencia, la competitividad, y la estabilidad emocional en los varones. Esto implica no solo que los hombres tienden a representar este ideal, sino que los hombres y mujeres de su entorno son propensos a penalizar socialmente a quienes no se ajusten a él.
Un estudio de 2002, encontró que en sociedades con normas de género rígidas y tradicionales, las mujeres son proclives a preferir parejas cuyos rasgos de personalidad se alinean con la masculinidad tradicional, como la fortaleza, la independencia, y la competitividad.
América Latina es una región con distintos grados de desarrollo, sin embargo, en parte debido a sus condiciones difíciles (desigualdad entre clases, inseguridad, salarios mediocres, etc.), es ampliamente aceptado que posee modelos de masculinidad conservadores y rígidos.
En el 2017, la organización Equimundo llevó a cabo un estudio para examinar la presión que enfrentan los hombres en relación con la masculinidad en México, el Reino Unido y los Estados Unidos, y concluyó que una porción significativa aún experimenta presiones sociales para representar una versión de masculinidad que gira en torno a 7 elementos, entre ellos: autosuficiencia, apariencia de dureza, destreza sexual y adhesión a roles de género rígidos.
En México, un 59% de los encuestados manifestó estar muy de acuerdo con la expresión: “Mis padres me enseñaron que un hombre de verdad debe mostrar fortaleza, incluso si se siente nervioso o asustado”, un 49% con la afirmación “Los hombres deben resolver sus problemas personales por sí mismos, sin pedir ayuda a los demás”, y un 53% con “Los hombres deberían ser realmente los que traigan dinero al hogar y sostengan a sus familias”.
Esto sugiere que la vulnerabilidad emocional en los hombres, a pesar de lo que se proclama en redes sociales, aún no termina por integrarse en nuestras sociedades.
Un fenómeno que podría estar cobrando una factura excesiva. Aquí señalé que el suicidio entre varones en América Latina ha aumentado, mientras que en la mayor parte del mundo ha disminuido. La investigadora experta en suicidio, Susanna Bennett, en una metasíntesis publicada en 2023, encontró que en el 96% de los casos existe evidencia de una relación entre las normas culturales de masculinidad y el riesgo de suicidio en hombres.
La Dra. Bennett señala que
“Muchas normas tradicionalmente asociadas con la masculinidad, como la provisión y la protección, son cualidades admirables que han hecho una valiosa contribución a la historia humana. Sin embargo, nuestra revisión sugiere que ciertas presiones imbuidas en las expectativas de masculinidad pueden aumentar el riesgo de suicidio de algunos hombres”.
Por otro lado, un estudio (2021), acerca de la forma en la que se suele insultar a hombres y mujeres, encontró que los insultos usualmente dirigidos a hombres incluyen: 'inútil', 'débil', 'marica' y 'miedoso'. Esto evidencia que hay una tendencia a ridiculizar a los varones por mostrar comportamientos que denotan fragilidad y vulnerabilidad.
Cuando se habla de la vulnerabilidad emocional o del problema de la “masculinidad tradicional”, estos se suelen abordar como si el problema y la solución radicaran en los hombres. Pero la realidad es más compleja. No solo los hombres, sino la sociedad como un todo, debe sofisticar y ampliar su concepción de masculinidad.
No tiene sentido exigirle vulnerabilidad a los hombres, si no habitamos sociedades receptivas a ello. Esta tendencia parece ser una forma de aculturación mediante la que replicamos el discurso de naciones desarrolladas que tienen modelos de masculinidad más sofisticados, y que están más preparadas para asimilar estas expresiones.
IV
Esto me lleva de vuelta al punto central: soy escéptico con la vulnerabilidad emocional en hombres, no porque niegue sus beneficios, sino porque no todos los varones habitan ambientes receptivos. A un nivel macro, la sociedad podría no ser benévolo frente a estos comportamientos. A un nivel micro, podría pertenecer a un círculo social que prefiere la masculinidad de la vieja escuela.
Así, la vulnerabilidad es contextual, en tanto que social: su manifestación depende de un individuo con disponibilidad a abrirse frente a otros, pero también de un otro dispuesto a aceptar su apertura, sin rechazarla o emplearla en contra.
La vulnerabilidad emocional es una ruta que puede seguir cualquiera que se sienta cómodo con ella. Para los que no, centrarse en la coherencia interna es un buen punto de partida.
Reconocer que uno está atravesando momentos difíciles, es, a fin de cuentas, crucial para abordarlos.
Y desde ahí, es posible imaginar alternativas:
➝ Podríamos empezar planteándonos algunas preguntas: ¿cómo lidio con emociones complejas como la ira y la tristeza? ¿Recurriendo al alcohol u otras soluciones que proveen alivio inmediato, pero empeoran nuestro estado en el largo plazo?
➝ Considerando eso: ¿Qué opciones son más efectivas? ¿La terapia profesional? Y si esta no te es viable, ¿qué alternativas hay?
➝ Lo adecuado es elegir prácticas que no solo faciliten la liberación emocional, como el ejercicio y la respiración profunda, sino que también ayuden a procesar e integrar las emociones. Hay abundante evidencia que respalda la efectividad de la reestructuración cognitiva y la escritura terapéutica en estos casos.
El punto final es que, mientras que la vulnerabilidad masculina es un ideal, su realización depende de muchos factores, y de momento, hay evidencia que apunta a que no está plenamente integrada en América Latina. La gestión emocional, por otro lado, es una habilidad fundamental para mejorar la calidad de vida. Opino que cada hombre, según su estilo, debería comenzar a explorar sus beneficios.