Orden, Estructura, Familia
Los hombres necesitamos orden y estructura, probablemente más que las mujeres. Diversos estudios demuestran que, en comparación con las mujeres, los hombres somos más impulsivos1, más arriesgados, más proclives a involucrarnos en altercados físicos, y más rebeldes frente a la autoridad. En otras palabras, desde pequeños, necesitamos más contención.
De niños, obtenemos el orden y la estructura a través de nuestros cuidadores. De adolescentes y jóvenes, esta proviene sobre todo de la figura paterna. Un estudio de 20132 demuestra que, llegada la pubertad, los adolescentes comienzan a prestar menos atención a sus madres (literalmente registran menos la voz materna) y se vuelven más sensibles a la voz paterna.
En la vida adulta, cuando somos independientes y la autonomía nos permite imponer nuestras propias reglas, seguimos necesitando un orden y una estructura que nos mantengan a salvo y en una ruta de desarrollo y progreso.
Pero, a falta de un padre y una madre, ¿de dónde la obtenemos? Del trabajo, de los propósitos, pero sobre todo, de la familia.
Esta mañana me puse a pensar: ¿qué sería de mí si no estuviera con mi familia en este momento? ¿Qué oportunidades y desafíos se habrían desplegado ante mí si mis decisiones hubieran sido distintas? No estaría con mi esposa, y por lo tanto, no tendría a mis dos hijos. ¿Más libertad? Sin duda, pero no necesariamente una vida mejor.
Considerando cómo era mi vida en mis 20 y parte de mis 30, hasta antes de casarme, probablemente hoy bebería en exceso, tendría varios hábitos psicológicamente insanos, sería un patético bon vivant que gasta todo lo que tiene en placeres baratos y en aparentar una vida buena y excitante, aunque por dentro mi realidad anímica no reflejara mi realidad social.
Pero, sobre todo, me habría dado a la bebida, y no sé cuánto habría descendido a partir de ahí. Sé muy bien que el alcoholismo es una posibilidad latente en mi existencia, porque la probabilidad de desarrollarlo es en parte una cuestión genética3, y en mi línea paterna abundan casos que comprueban tal predisposición.
Tendría más libertad, pero poco orden y estructura, y para ciertos tipos de hombres eso es más peligroso que para otros. Me parece que pertenezco a la clase de hombres que sin duda lo precisan. De lo contrario, sospecho que me convertiría en un tren descarrilado.
Mi familia es mi estrella polar. Mi hija de 3 años, mi hijo de 11 y mi esposa son la razón por la que decidí reducir al mínimo mi consumo de alcohol. Son también quienes me impulsan a mejorar mi carácter. Son quienes me motivan a escribir cosas como esta, publicar un libro y, en general, tratar de hacer algo positivo con mi vida, para que, cuando ellos sean adultos, no los mire con vergüenza por no haber logrado nada. Pero también para que ellos se sientan orgullosos de tenerme como padre.
Eso es algo que me he repetido varias noches antes de dormir: mañana seguiré intentando porque quiero que mis hijos se sientan orgullosos de mí y yo no me sienta culpable con ellos.
Ignora a quienes digan que desear una vida en familia es anticuado e inútil. Ignora a quienes afirman que una vida en solitario te ahorra múltiples problemas y te garantiza libertad. Hablan desde el desconocimiento y las experiencias fallidas. Sobre todo, se dedican a repetir los mandamientos de las ideologías posmodernas que colocan el logro y el placer individual como los valores más altos a los que los seres humanos podemos aspirar.
Saben muy poco acerca de la naturaleza humana. Las personas necesitamos relaciones valiosas y profundas, anhelamos el amor romántico y filial, deseamos encontrar propósitos más elevados que nosotros mismos.
Y, desde luego, necesitamos orden y estructura para no perdernos y florecer. Eso es justo lo que proporciona una familia.
"Diferencias de género en la impulsividad" (2006) por Cross, Copping y Campbell: Este estudio concluye que los hombres tienden a mostrar mayores niveles de impulsividad en comparación con las mujeres. Los hombres son más propensos a tomar riesgos, lo que se puede observar en comportamientos como el abuso de sustancias y la participación en actividades peligrosas.
El cambio de preferencia vocal en adolescentes: cambio de figuras maternas a paternas" (2013) por Oosterhoff y Kaplow: Este estudio investiga cómo los adolescentes comienzan a mostrar una mayor sensibilidad hacia las voces paternas en comparación con las maternas. Utilizando técnicas de neuroimagen, se encontró que los cerebros de los adolescentes muestran una mayor activación en áreas asociadas con la recompensa cuando escuchan la voz de su padre, en comparación con la de su madre.
"Influencias genéticas en el alcoholismo" (2003) por Heath et al.: Este estudio investiga la herencia genética del alcoholismo y concluye que existen factores genéticos significativos que predisponen a ciertas personas a desarrollar alcoholismo. La investigación muestra que si hay antecedentes de alcoholismo en la familia, el riesgo de desarrollarlo es mayor.