La Guerra contra los Hombres
La pregunta no es si la masculinidad está bajo ataque, si no, ¿por qué? ¿a quién le conviene? ¿quiénes se benefician?
El 13 de enero de 2019, la reconocida marca de navajas de afeitar Gillette lanzó una campaña publicitaria llamada «Lo mejor que puede ser un hombre», en la que recurrió a una variedad de clichés para exponer comportamientos masculinos tradicionales y tóxicos, como el sexismo, la violencia, el «mansplaining» y el acoso.
En esencia, Gillette retrató a los hombres como misóginos. En una escena, por ejemplo, se ve a un hombre siguiendo a una chica bella por la calle, hasta que otro hombre lo detiene con un gesto reprobatorio.
En otra observamos a un empresario explicando a todos los presentes lo que, al parecer, su compañera de trabajo no pudo articular apropiadamente. Un caso de mansplaining.
Más adelante, un hombre separa a dos niños que pelean en el suelo, mientras otro grupo de varones adultos, contemplan muy entretenidos la escena.
El mensaje del video era más o menos este: ya existen hombres decentes, pero son una minoría.
La mayoría aún son unos acosadores sexistas que necesitan esforzarse más, para no condenar a la siguiente generación de niños a convertirse en una tropa de adultos misóginos aficionados a la violencia.
El comercial se ganó el odio popular. Y es que el hecho de que una empresa cuyo principal cliente son hombres decida lanzar un anuncio criticándolos es bastante estúpido, por donde se le vea.
Por supuesto, se organizaron algunos boicots, la empresa perdió clientes y el video pronto se convirtió en uno de los que más «no me gusta» acumuló en YouTube.
Muchos críticos culturales saltaron a la palestra y señalaron lo obvio: Gillette pretende que la mayoría de los hombres son unos misóginos violentos, cuando en realidad, lo opuesto es la regla:
La mayoría de los varones ven mal que un hombre persiga a una mujer por la calle.
La mayoría intentaría separar a dos niños que se están golpeando en el césped.
La mayoría de los hombres desaprueba el bullying, y tampoco están a la espera de la menor oportunidad para corregir a una mujer, para establecer su superioridad.
En los tiempos modernos, mensajes como el de Gillette, por desgracia, no son una rareza; por el contrario, parece que existiera el acuerdo tácito de que es posible, incluso redituable, demonizar a la figura masculina.
Hace poco leí que la «Royal Academy of Arts», un museo en Londres, vende unas curiosas tarjetitas de regalo que dicen «I like everybody, even men» (me caen bien todos, incluso los hombres).
Uno puede comprar esta colorida curiosidad sexista en su tienda online y obsequiarla a los demás. A propósito de esto, la experta en suicidio masculino, la Dra. Susie Bennett, reflexionó en una entrevista:
«Si yo fuera a ese museo y viera una tarjeta de bienvenida que dice: ‘me caen bien todos, hasta las lesbianas’, simplemente no te permitirían vender esas tarjetas, pero sí podemos hacer esa clase de bromas sobre los hombres. Yo soy una mujer gay. Y a menudo, cuando la gente habla de los hombres en ciertas situaciones o en publicaciones online, si remuevo la palabra ‘hombres’ de lo que se dice y la cambio por ‘lesbianas’, ¿cómo me sentiría?»
La Dra. Susie dio justo en el clavo:
¿Qué sucedería si un museo cualquiera vendiera tarjetas con la leyenda «me caen bien todos, hasta los trans» o «me caen bien todos, incluso las mujeres»?
Sería un escándalo. Se organizarían marchas y protestas. Se obligaría a renunciar al desquiciado que difunde semejante mensaje de odio. Pero cuando la mofa se dirige a los hombres, nada pasa.
La ocurrencia se interpreta como una broma jocosa y creativa, un detalle tan irrelevante que hasta hoy continúa publicada bajo la descripción de «Una tarjeta vibrante, sincera e inclusiva».
Inclusiva, hágame el favor. En una sociedad que se ofende por todo, pareciera que los hombres son los únicos que no tienen derecho a ofenderse.
Y mientras algunas personas debaten si realmente hay una guerra contra la masculinidad, yo prefiero preguntarme:
¿Cuál diablos es el objetivo de esta embestida cultural ¿Quiénes se benefician? ¿Es casual, es decir, es un ataque que surgió naturalmente debido a la presión de los grupos minoritarios o está orquestado?
¿Qué anima a la clase política a abandonar a los hombres y colocarse del lado de las minorías identitarias?
Es decir, no es que esté mal, garantizar el bienestar de ellos es parte de su trabajo, pero ¿no deberían buscar el beneficio de todos los grupos, especialmente cuando hay abundante evidencia de que a los hombres y muchachos les va mal en muchos frentes, desde empleabilidad y educación hasta expectativa de vida?
¿Qué anima a que las empresas construyan campañas multimillonarias en las que abiertamente reafirman y propagan la nociva idea de la toxicidad masculina?
¿Qué anima a que organizaciones humanitarias como las Naciones Unidas decidan celebrar el «Día Mundial del Retrete» el 19 de noviembre, la misma fecha del Día Mundial de los Hombres?
Nadie dice que celebrar a los retretes del mundo no sea algo importante, especialmente por su contribución a la higiene y salud en los países en vías de desarrollo.
Pero habiendo otros 364 días disponibles, ¿tenían que hacerlo coincidir con el de los hombres? ¿Es esto de alguna manera simbólico? ¿Se trata de otra broma creativa e inteligente?
La revista especializada en hombres GQ también cedió a la tentación de beneficiar su imagen pública y arcas monetarias a costa de la imagen masculina.
Tan increíble como parezca, en su edición del “Hombre del Año de 2023”, en lugar de reconocer a cualquier hombre, decidió otorgarle ese título a Kim Kardashian.
Risible. Kim Kardashian dista de ser un modelo a seguir para las mujeres, pero por alguna razón GQ considera que es un buen modelo de masculinidad para los hombres.
¿Qué es lo que sucede aquí?
En parte, sin duda, se debe a que los movimientos feministas y de los grupos minoritarios están altamente politizados.
Allá por 2017, el movimiento #MeToo explotó con fuerza en Estados Unidos, y a partir de ahí, diferentes movimientos en apoyo de minorías identitarias surgieron en toda Latinoamérica.
Millones de personas se han suscrito a esos movimientos, convirtiéndolos en una fuerza masiva en términos económicos, culturales y políticos.
Por otro lado, estos colectivos señalan a la figura masculina como una de las principales causas de la desigualdad de las que son objeto.
Así, a la par del crecimiento de estos grupos, también se ha cristalizado la imagen del hombre como un ser peligroso, ambicioso y privilegiado.
Bajo esta retórica que ha penetrado en todos los rincones de las sociedades latinoamericanas, el hombre, en esencia, no padece carencias ni dificultades; por el contrario, emplea su posición privilegiada para dominar a los demás grupos sociales.
De ahí, las cosas son evidentes. Los poderes económicos, culturales y políticos tienen todo servido en bandeja de plata: para capitalizar la influencia de estos movimientos, basta alinear su discurso con el de ellos.
Y en esa narrativa, no solo es importante apoyar a los grupos minoritarios, también es fundamental mostrarse en contra de quien ellos reconocen como su antagonista: los hombres.
El resultado de esto es un ambiente que permite y alienta mensajes sexistas como el de Gillette; que solapa a una clase política, de por sí perezosa, que hace oídos sordos de los desafíos que padecen los hombres, pero que tampoco soluciona los problemas de los grupos minoritarios.
Y no se equivoque, no estoy en contra de estos colectivos. Estoy en desacuerdo con el arquetipo masculino parcial y negativo al que estos grupos recurren en sus discursos para avanzar con sus agendas.
Estoy en desacuerdo con la forma en que los poderes fácticos politizan estos movimientos a costa de los hombres.
Y, por supuesto, estoy en contra de cómo la retórica que retrata a los varones como privilegiados y peligrosos, diseminada y amplificada en todos los frentes, ha impulsado una imagen retorcida de los hombres y su situación en el mundo.
Extracto tomado del Capítulo VI de mi libro El Hombre Moderno: 10 ensayos sobre los desafíos de la Masculinidad en el siglo 21. Disponible en Apple Books y Kindle:
Como mujer estoy totalmente a favor de la imagen que las mujeres y minorías tenemos de los hombres. Ustedes se la ganaron históricamente, reviertanla y serán vistos de otra manera.