Dominique Pelicot: el retrato Psicológico de un Depredador Sexual
El caso más horrendo de violencia sexual de la Francia moderna, la Triada Oscura de la Personalidad y la Falsedad de los medios.
Dominique Pelicot es un hombre de 74 años, habitante de Mazan, un pequeño pueblo ubicado en Francia. Se retiró allí con su esposa Gisèle Pelicot de 72 años, con quien llevaba casado 50 años.
Cinco décadas con altibajos, infidelidades, dificultades económicas, pero también con sus buenos momentos.
Nada indicaba que este hombre, a simple vista ordinario, fuera el mayor depredador sexual de la historia reciente de Francia.
El drama comenzó a finales de 2020, cuando Dominique fue detenido tras intentar grabar debajo de las faldas de tres jóvenes en una tienda de comestibles en Mazan.
Como parte de los procedimientos judiciales, algunos dispositivos electrónicos de Dominique fueron confiscados y la caja de Pandora se abrió:
Los investigadores encontraron una carpeta llamada “abuso” que contenía unos 2,000 videos en los que aparecían más de 80 hombres violando a Gisèle, mientras esta yacía inconsciente.
Dominique sedaba a Gisèle, para que otros hombres la violaran mientras el grababa todo. Lo comenzó a hacer en 2011 y aquello se prolongó hasta 2020.
En ocasiones participaba solo un hombre; en otras, el ultraje era multitudinario. Algunos violadores participaron una vez; otros lo hicieron hasta seis veces. A causa del lorazepam, que Dominique le suministraba, Gisèle nunca supo lo que ocurría.
Sin embargo, sí tenía síntomas: durante los años que duró la barbarie, perdió pelo y peso. A veces parecía sumida en trances oníricos y, en ocasiones, olvidaba días enteros.
Sospechaban que tenía alzhéimer o un tumor cerebral. Pero ni los neurólogos ni los ginecólogos que visitó sospecharon nada. Aun así, el depredador de Mazan continuó mezclando ansiolíticos con sus alimentos para perpetuar el abuso.
Se ha dicho que al inicio de las violaciones, Dominique organizaba dos encuentros cada semana. Más tarde, aumentó la frecuencia a cinco veces. Se estima que Gisèle fue violada al menos 200 veces por año, desde 2011.
Al igual que Dominique, los 80 violadores conservaban una fachada de normalidad:
En un artículo para New York Times, las periodistas Porter y Le Stradic escribieron que:
“Los acusados representan un caleidoscopio de la sociedad francesa de clase media y trabajadora: camioneros, soldados, carpinteros y obreros, un guardia de prisiones, un enfermero, un experto en informática, un periodista local. Sus edades oscilan entre los 26 y los 74 años. Muchos tienen hijos y están en alguna relación”.
Dominique organizaba los encuentros a través de una sala de chat a la que tituló ‘A son insu’ (sin su consentimiento), alojada en el sitio web Coco.gg, que más tarde fue desmantelado en una operación policial en la que participaron varios países europeos.
Se han referido a Dominique Pélicot como un “jefe de orquesta”. Citaba a los hombres en su casa, les ordenaba aparcar el auto a una distancia prudente para no levantar sospechas, y los hacía esperar una hora hasta que los ansiolíticos surtieran efecto.
A continuación, les comunicaba su siniestro protocolo para evitar contratiempos:
Desvestirse en la cocina; calentarse las manos en el radiador o con agua caliente para no despertar con el tacto frío a su mujer; no usar perfume; no fumar. Algunos acusados afirman haber pagado por violarla, pero la BBC reporta que ni el pago ni el uso de preservativos eran necesarios.
Al terminar cada noche, Dominique limpiaba meticulosamente el cuerpo de Gisèle para que no sospechara nada. Más adelante, organizaba las grabaciones en carpetas con los nombres de los violadores: «Chris el bombero», «David el black», «Gastón el chuleta». Algunos de los videos duran hasta las seis horas.
Tomó cuatro años reconstruir el caso y, a pesar de que el mundo de Gisèle se derrumbó cuando fue citada por primera vez en la comisaría para mostrarle la evidencia de la barbarie, ella decidió, de manera valerosa y ejemplar, que el caso se hiciera público, para que todos conocieran a sus violadores y enfrentaran el escarnio público que merecen.
Dominique Pélicot, por otro lado, es un cobarde: aduciendo enfermedades, hace lo posible para no declarar. Aun con su ausencia, el juicio continúa; enfrenta una pena de hasta 20 años de encontrarse culpable.
Lo cual es alarmante: dada la gravedad de los hechos, dos décadas parecen una condena benevolente. Dominique debería permanecer en prisión hasta que muera. La misma suerte merecen los 80 acusados de violar a Gisèle.
El Perfil de Dominique Pélicot
En las calles de Aviñón, una bella ciudad medieval, en donde se celebra el juicio, han aparecido varias consignas pintadas, una de ellas dice:
“Hombres comunes. Crímenes horrorosos”.
Una variedad de medios han adoptado una postura similar. Optan por presentar a Dominique Pélicot como un hombre ordinario, común y corriente. Sugieren, así, que todo hombre puede albergar en su interior a un despiadado depredador como Pélicot.
Algunos outlets son abiertamente sensacionalistas, por ejemplo:
Un reportero de El País escribió: Ella creía tener un principio de alzhéimer. Era, sin embargo, algo más siniestro: un marido del que estaba enamorada.
Una nota de Infobae se titula: Mala noticia: no es un monstruo, es un hombre.
En otra nota, una reportera argumenta que:
“D. Pélicot no tenía adicciones, más que posiblemente al sexo. Pero el análisis psicológico es claro en señalar que no presentaba problemas mentales ni tenía patologías”.
Pero, ¿realmente Dominique Pélicot es un hombre común, sin condiciones mentales o una personalidad peligrosa? La evidencia sugiere que no.
Dominique Pélicot posee los 3 rasgos de la personalidad de la Tríada Oscura:
Narcisismo: Grandiosidad, un sentido exagerado de autoimportancia y de superioridad
Psicopatía: Insensibilidad, cinismo, impulsividad, desprecio por otros
Maquiavelismo: Explotación estratégica de los demás, falsedad y manipulación para ganancia personal
Recientemente los expertos han propuesto añadir un cuarto rasgo a la tríada oscura, menos común pero más peligroso: el sadismo.
El sadismo es el placer derivado del dolor y sufrimiento ajeno. En casos severos, un sádico se deleita al infligir personalmente dolor y humillación en sus víctimas.
En el imaginario popular, los psicópatas son la encarnación del mal; sin embargo, esta descripción se ajusta mejor a los sádicos.
El psicólogo y autor Delroy L. Paulhus define así la diferencia entre ambos:
“A los psicópatas no les importa lastimar a otras personas. A los sádicos sí les importa, porque lo disfrutan”.
Me inclino a pensar que la personalidad de D. Pélicot incluye no solo el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía, sino también el sadismo.
Asimismo, Pélicot muestra una serie de trastornos sexuales, entre ellos el voyeurismo y el fetichismo, además de una evidente adicción al sexo y a la pornografía.
Y aunque muchos periodistas insisten en que "el acusado no padece ninguna patología o anomalía mental", los expertos que han escudriñado la mente de Pélicot concluyen que tiene una personalidad perversa, manipuladora, insensible y con altos niveles de peligrosidad criminal.
Es decir, Pélicot reúne todos los rasgos de la tríada oscura. Sin embargo, conviene destacar que las escalas que miden la tríada oscura evalúan el narcisismo y la psicopatía subclínica, es decir, no son métricas destinadas a hacer un diagnóstico clínico de trastornos de la personalidad.
Aun así, es plausible que quien muestre niveles altos en las dimensiones de la tríada oscura, como Pélicot, en efecto padezca trastornos de la personalidad diagnosticables.
Si ese fuera el caso, los equivalentes clínicos de la tríada oscura son:
Trastorno narcisista de la personalidad
Trastorno antisocial de la personalidad (psicopatía)
Trastorno sádico de la personalidad
Por último, la afirmación de que Pélicot es un hombre común tampoco se sustenta con la evidencia. Se estima que la prevalencia de la psicopatía y el narcisismo en la población general es del 1% para ambos sexos.
Sin embargo, otros expertos afirman que la psicopatía abarca entre el 3% y el 4% de la población masculina y aproximadamente el 1% de la población femenina. Algo que encuentro factible:
La literatura especializada es clara al señalar que hombres y mujeres son capaces de ser agresivos y violentos, pero es bien sabido que los hombres pueden alcanzar niveles más extremos de violencia.
Lo cual se condice con el hecho de que el 80% de los crímenes violentos en el mundo son perpetrados por hombres, del mismo modo que hasta el 80% de las víctimas de tales crímenes son varones.
Es decir, los hombres son, al mismo tiempo, los principales perpetradores y receptores de la violencia extrema, como el homicidio y las agresiones graves.
A pesar de la evidencia disponible, ¿por qué se insiste en retratar a personajes perversos como Pélicot como hombres comunes?
Al menos dos razones contribuyen a este fenómeno:
En primer lugar, lo más evidente: los medios no solo buscan informar, también buscan generar ingresos. Y algunos priorizan más las ganancias que la información objetiva.
Me parece, pues, que adoptan esta postura porque genera polémica, y la polémica vende: suscita discusiones, acalorados pronunciamientos de grupos feministas, y de hombres ofendidos por ser incluidos en la misma categoría que Pélicot.
En otras palabras, invocan la tensión entre sexos en sus titulares porque garantizan clicks, y los clicks generan ingresos.
La segunda razón es que algunas personas consideran que encontrar explicaciones para lo que Pélicot y los 80 violadores hicieron equivale a justificarlo. Pero no es así:
Se ha dicho que Pélicot tuvo una infancia turbulenta; se ha dicho que su padre era un hombre violento, que lo amarraba a él y a sus hermanos en árboles y los dejaba allí por la noche. Pélicot ha afirmado que él mismo fue violado por un enfermero.
Nada de eso, sin embargo, lo exonera. Tan difíciles como hayan sido sus circunstancias, Pélicot y los 80 violadores merecen el escarnio social y permanecer en prisión de por vida.
Pero aunque esto parezca controvertido, no significa que no sea importante entender a seres antisociales como ellos. Explicar no equivale a justificar.
Como Robert Henderson ha escrito:
“Si los científicos sociales se niegan a comprender a los criminales en sus propios términos, en última instancia están abandonando la comprensión científica en favor de la condena moral”.
Por otro lado, continuar pregonando que todos los hombres pueden ser incluidos en la categoría de Pélicot aviva la división entre sexos, un fenómeno que hoy alcanza niveles evidentemente preocupantes.
Tengo la impresión de que hoy, muchas mujeres víctimas de abuso sexual solo sentirían apoyo si todos los hombres reconocieran ser potenciales depredadores, pero no es el caso:
La mayoría de los hombres no albergan a un Pélicot dentro, y simultáneamente la mayoría de los varones están del lado de Gisèle y condenan lo sucedido.
Por último, la lectura que sugiere que todos los hombres son violentos depredadores, en lugar de animar a que los hombres muestren abiertamente su apoyo a las mujeres, los aleja, pues incluso por un deseo de estatus y reputación, nadie quiere ser comparado con criminales viciosos y pervertidos.
Estoy convencido de que hombres y mujeres estamos del mismo lado. Es una pena que algunos medios decidan avivar el antagonismo entre sexos para avanzar en sus agendas.
La Guerra contra los Hombres
La pregunta no es si la masculinidad está bajo ataque, si no, ¿por qué? ¿a quién le conviene? ¿quiénes se benefician?